Antofagasta: Una Simbólica Zona De Exclusión Ambiental

Antofagasta: Una Simbólica Zona De Exclusión Ambiental

¿De qué sirve a la región de Antofagasta ser una de las zonas más ricas en cobre del mundo si sus habitantes están expuestos a una menor calidad de vida y paga los precios más caros de Chile?

Antofagasta es una región de Chile que se localiza en el Desierto de Atacama, el más árido del mundo, a aproximadamente 1,400 km al norte de Santiago, la capital de Chile. Es una de las zonas de la Tierra más ricas en cobre (Cu), presentando una gran cantidad de depósitos tipo pórfido cuprífero (e.g., Chuquicamata, La Escondida, Zaldívar, entre otros), y en menor medida estratoligados (o tipo manto) de Cu (e.g., Mantos Blancos; mayor información de la metalogénesis de Chile en Maksaev, 2001).

A pesar de ser una de las zonas del mundo más ricas en Cu, también es una de las que presenta mayores concentraciones de arsénico (As) en agua, un metaloide de reconocidos efectos cancerígenos en humanos (e.g. Smith et al. 1992; Abernathy et al. 1999; McClintock et al. 2012).

Esta región también es, y ha sido, susceptible de sufrir eventos geológicos que pueden llegar a transformarse en catástrofes. Los riesgos geológicos más conocidos que han afectado esta región son: remociones en masa (e.g. aluvión del 18 de Junio de 1991), sismos y tsunamis (e.g., 1868, 1877 y 1995) y volcanes activos (e.g. Volcán Láscar).

A pesar del peligro asociado a vivir en Antofagasta, los resultados de un estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Chile, indican que Antofagasta es la segunda ciudad más cara para vivir. En relación a este punto, y dadas las notables características de la región de Antofagasta, en este escrito expreso mi parecer del por qué los habitantes de esta región debieran ser indemnizados (o subvencionados) más que castigados económicamente. Aquí les presento algunos argumentos que favorecen mi hipótesis.

Peligros .…

Arsénico, plomo y radiación solar

A comienzos del año 2012, The Lancet publicó un comunicado donde indicaba que Antofagasta era un cluster del cáncer y que los antofagastinos en promedio viven 5 años menos que el resto de los chilenos (Fraser, 2012), lo que se debe principalmente a que la población sufrió una exposición severa al As pero de corta duración (Fraser, 2012). Hacia mediados del siglo XX, la población de Antofagasta bebía agua de un río libre de As, pero dada la explosión de la actividad minera durante la segunda mitad del siglo, la ciudad se vio en la necesidad de incluir otras dos fuentes, una de ellas, el Río Toconce, contenía enormes cantidades de As proveniente de los Geysers del Tatio (Borgoño et al., 1977), lo que incrementó las concentraciones de este metaloide en agua potable cerca de 10 veces. De este modo, los habitantes de Antofagasta se vieron expuestos a consumir agua con niveles 17 veces mayores que los recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) durante aproximadamente 2 décadas (Borgoño et al., 1977; Fernández et al., 2012). En el entretanto, las personas que crecieron en Antofagasta, especialmente en la década de 1950, estuvieron consumiendo As de forma crónica, lo que se ha traducido en que esta sea la región de Chile con mayores índices de cáncer de vejiga y pulmón, dos tipos de cáncer asociados a contaminación crónica por As (McClintock et al. 2012; Fraser, 2012; Fernández et al., 2012).

El año 2014 se instaló un galpón para almacenar concentrados de cobre (Cu) en el Puerto de Antofagasta, localizado en el centro de Antofagasta, cerca de colegios, centros de salud, centros comerciales, entre otros. Estudios realizados con posterioridad demostraron que el polvo que se acumula en superficies cerca del puerto es el que contenía más As (239 mg∙kg−1), Cu (10,821 mg∙kg−1) y zinc (Zn; 11,869 mg∙kg−1) a nivel mundial (Tapia et al., 2018).

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Figura 1. Mapas de ubicación. (A) Localización de Antofagasta; (B) Principales depósitos minerales y minas de Región de Antofagasta (1: Mantos de la Luna; 2: Michilla; 3: Juanita; 4: Mantos Blancos; 5: Complejo Industrial La Negra; 6: Pedro de Valdivia (ex-mina de nitratos); 7: El Abra; 8: Radomiro Tomic, Chuquicamata y Ministro Hales; 9, Faride, Spence y Sierra Gorda; 10: Esperanza; 11: Zaldívar y La Escondida; 12, Francke) y la ciudad de Antofagasta (cuadrado negro); (C) Centro de Antofagasta. 1: Portón frontal del puerto; 2, Clínica Antofagasta; 3, Parque Brasil; 4: centro comercial; 5 y 6: Colegios; 7: complejos habitacionales; 8: Mall; 9: plaza Municipal; 10: Hospital; 11: mercado; 12: supermercado. El círculo rojo representa un área de 1 km de distancia con respecto al portón del puerto (Figura 1 en Tapia et al., 2018).

Por otra parte, los Antofagastinos estuvieron expuestos al plomo (Pb) por muchos años. Bolivia es uno de los principales productores de Pb a nivel mundial, y debido al Tratado de 1904 (Artículo 6), Antofagasta debía ser la zona de acopio de este metal antes de que se embarcase hacia su destino final. Los acopios de Pb llegaron a alcanzar 60,000 toneladas que se mantuvieron confinadas en espacios abiertos cerca de colegios y casas de particulares. Durante 1990 se estimó que aproximadamente 8,000 personas vivían en un radio menor a 300-400 m de estos acopios de Pb (Sepúlveda et al., 2000). Los acopios de Pb fueron removidos en 1998; sin embargo, se infiere que restos de este elemento podrían permanecer como polvo en suelos, muros o vestimentas, ya que un estudio realizado el año 2004 demostró que niños que asistían a un colegio público localizado a tres cuadras (300 m) de un área que solía funcionar como acopio de Pb hasta 1998, y vivían a menos de 200 m de distancia de estos, presentaban modificación en sus genotipos y mayores niveles de Pb en sangre (Pérez-Bravo et al., 2004).

A todos estos factores ambientales, debo por último, agregar la altísima radiación solar que afecta a los habitantes de la ciudad de Antofagasta. Según la Corporación Nacional del Cáncer (Conac), la tasa de melanoma maligno (cáncer de piel más grave) aumentó en un 158% para los Santiaguinos entre 1992 y 1998, donde las tasas de mortalidad (Región Metropolitana) por esta enfermedad alcanzan los 1,04 personas por cada 100 mil habitantes (Conac, 2016). ¿Y qué tiene esto que ver con Antofagasta?. La relación se debe a que en la II Región la mortalidad por cáncer a la piel es de 3,2/100 mil, esto quiere decir que cada 100 mil habitantes, 3,2 mueren por cáncer de piel (Conac, 2016), triplicando las tasas de melanoma en comparación con la capital. Adicionalmente, estudios de la Conac señalan que debido al adelgazamiento de la capa de ozono, en Chile un joven a los 18 años ha tomado todo el sol que debió distribuirse en 50 años y ha absorbido el 80 por ciento de la radiación solar que podría haber recibido en toda su vida, por lo que 10 de cada 100 mil chilenos sufre cáncer a la piel (Vallejo, 2003).

Sismicidad y tsunamis

Chile es uno de los países más sísmicos del mundo, sino el más sísmico, según el sismólogo Armando Cisternas (Cisternas, 2011). Antofagasta no se escapa de esta característica inherente a las ciudades localizadas en zonas de límite de placas tectónicas, que en el caso del centro-norte de Chile corresponde a las placas de Nazca (oceánica) y Sudamericana (continental). Estas placas convergen a velocidades de 8 a 9 cm/año, lo que se traduce en una sismicidad casi cotidiana en gran parte del territorio nacional.

Evidencias de la actividad de las placas tectónicas en Antofagasta han sido los sismos y tsunamis que históricamente han ocurrido, siendo los más conocidos los de 1877 y 1995 (Lagos, 2000). Con respecto a este punto, Armando Cisternas ha señalado que esta región tiene un GAP sísmico desde el año 1877, lo que se traduce en que es una zona que pronto debiera verse afectada por un evento sísmico de gran magnitud (sobre 9 en la escala de Richter), el que se asociaría a un desplazamiento de aproximadamente 12 m entre las placas Sudamericana y de Nazca (Delouis et al., 1996). Esto también fue sugerido por Ruiz y Madariaga (2018).

¿Flujos detríticos (aluviones)?

El flujo de detritos, un tipo de remoción en masa, corresponde a uno de los peligros geológicos más comunes en Chile. Esto se debe a la configuración geográfica y geológica del país, que se localiza en el límite convergente de las placas Sudamericana y Nazca. Por otra parte, los asentamientos humanos se ubican generalmente en valles y abanicos de inundación en las faldas de las montañas, lo que ha implicado que muchas villas y zonas inhabitadas se encuentren en riesgo de inundación (Sepúlveda et al., 2006).

En Chile los flujos de detrito usualmente son gatillados por precipitación (Sepúlveda et al., 2006). El 18 de Junio del año 1991 lluvias torrenciales se dejaron caer en la ciudad de Antofagasta. Estas precipitaciones se han asociado a una serie de anomalías climáticas, entre ellas la Oscilación del Sur El Niño (ENSO) (Rutllant y Fuenzalida, 1991). La intensidad de las lluvias en el centro de Antofagasta llegó a un valor máximo de 24 mm/h, con una acumulación total de 42 mm en 3-4 h (Garreaud y Rutllant, 1996). Las lluvias torrenciales comenzaron las 0:30 h y se detuvieron a las 03:30 h. Tres horas después del comienzo de las precipitaciones, ocurrieron las inundaciones y flujos de detrito menores, y luego de 3.5 h, los principales flujos de detrito afectaron gran parte de la ciudad (Rutllant y Fuenzalida, 1991; Garreaud y Rutllant, 1996; Vargas et al., 2000; Hauser, 1997). Las descargas aluviales mayores ocurrieron en las quebradas del Salar del Carmen, La Negra, La Chimba y La Cadena (Garreaud y Rutllant, 1996). Esta catástrofe trajo como consecuencias principales la muerte de 103 personas, 16 desaparecidos y cientos de lesionados. Cerca de 500 casas destruidas y 2500 severamente afectadas. Adicionalmente, el año 2015 hubo un evento aluvional que se desarrolló entre los días 24 y 26 de marzo abarcando las regiones de Antofagasta, Atacama y Coquimbo. A pesar que Antofagasta no fue la más afectada debido a la construcción previamente de piscinas aluvionales, en la Región de Atacama se desbordaron los ríos El Salado y Copiapó causando severos daños a las comunidades aledañas (Wilcox et al., 2016). Este evento causó 34 pérdidas humanas, 4 desaparecidos, daños en más de 10.000 viviendas y otras infraestructuras (MINVU, 2015).

Covid-19

El 2020 llegó la pandemia por COVID-19 y la realidad regional estuvo y ha estado relacionada a la actividad minera. Los vuelos a la Región de Antofagasta no han cesado y la enfermedad no ha dado tregua en la región. Es por ello que en abril del 2021 el Colegio Médico (COLMED) de Antofagasta en conjunto con parlamentarios y representantes de la industria minera, se reunieron para discutir protocolos que son urgentes y necesarios para combatir este virus, como: (i) el no cumplimiento de los aforos en aviones y buses, y (ii) la ingesta de alimentos en los vuelos, lo que se considera debe ser resuelto por las autoridades (COLMED, 2021).c

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Figura 2. Casos nuevos de COVID-19 en Antofagasta en función del tiempo. Datos obtenidos de Cifras Oficiales COVID-19.

Conclusión

La población que actualmente habita en Antofagasta se encuentra expuesta a: (i) ciertos elementos químicos potencialmente contaminantes; (ii) alta radiación solar; (iii) un (altamente probable) sismo de gran magnitud; y por qué no decirlo, (iv) los altos precios que pagamos por todo. Los antofagastinos somos los habitantes de Chile que pagamos algunos de los mayores precios a nivel nacional, siendo esta la segunda ciudad más cara para vivir en Chile según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) (INE, 2016) y a pesar de todas las vicisitudes vividas los últimos años (pandemia, alza del precio del Cu, despidos, etc.) este año (2021) el precio de las viviendas ha incrementado.

Si tomamos conciencia que en Antofagasta estamos mucho más expuestos a padecer algún tipo de peligro ambiental y/o geológico, las políticas públicas en la segunda región debieran tender a subsanar o palear estas debilidades. Lo que se justifica porque según el Banco Central, la Región de Antofagasta tiene el segundo PIB más elevado de Chile luego de la Región Metropolitana desde el 2013 (Banco Central). Sólo por dar un ejemplo de las nefastas consecuencias de no tomar conciencia del entorno en que vivimos: el aluvión de Antofagasta de 1991 dejó pérdidas del orden de $66 millones de dólares (75% propiedad e infraestructura y 25% por disminución de las actividades económicas), trayendo fuertes consecuencias a la actividad minera e industria de la región (Sepúlveda et al., 2006).

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Figura 3. PIB regional de Chile. Datos obtenidos del Banco Central de Chile.

A través de este escrito, les invito a interesarse más por los problemas que aquejan a la región de Antofagasta, y que de este modo busquemos en conjunto soluciones sustentables, para garantizar una mejor calidad de vida a las y los futuras(os) habitantes de este bello desierto.

Por Dra. Joseline Soledad Tapia Zamora